Frases que Debemos de Evitar
- Manuel Boglio
- hace 2 días
- 18 Min. de lectura

Recientemente, vi un podcast cristiano en donde William Lane Craig, uno de los mejores defensores de la fe cristiana por los pasados 40 años, responde a un artículo, escrito por un ateo, en donde el ateo aconseja a los demás ateos a dejar de decir ciertas frases populares porque o no son ciertas, o no ayudan a promover su causa (el ateísmo). Mientras lo escuchaba, se me ocurrió la idea de hacer lo mismo, pero para los cristianos. Esto resultó ser más difícil de lo que pensé, pero eventualmente escogí ciertas frases o ideas populares que los cristianos solemos a decir que, en mi opinión, deberíamos de dejar de decirlas (o que deberíamos de ser más claros en lo que estamos queriendo decir con ellas). He aquí, entonces, 6 frases que los cristianos deberíamos de dejar de decir.
1. Solo tienes que creer
Esta es una de las frases más populares y comunes que los cristianos dicen, pero, aunque es cierta, creo que muchos la usan de forma incorrecta. Por ejemplo, muchas veces decimos esta frase en el contexto de las dudas. Recientemente, un joven me expresó su frustración porque tenía muchas dudas sobre Dios, pero cuando se acercaba a sus líderes o familiares cristianos, lo que le decían era que “solo tienes que creer.” El joven genuinamente está luchando con sus dudas, y quiere tener una relación con Dios, pero sus dudas se lo están impidiendo. En respuesta a esto, acude a otros cristianos pidiendo ayuda, y lo que recibe es una frase realmente no lo ayuda en nada. El joven sabe que tiene que creer. ¡Por eso está pidiendo ayuda!
Cuando una persona está luchando con sus dudas y le decimos que solo tiene que creer, básicamente le estamos diciendo que deje de dudar. Esto es el equivalente de que una persona se esté ahogando, nos pide ayuda, y en respuesta le decimos, “Solo tienes que dejar de ahogarte.” Si la persona pudiera dejar de ahogarse, lo haría. Y, si no necesitara ayuda, no te la pediría. De la misma forma, si la persona que tiene dudas sobre Dios pudiera simplemente dejar de dudar, obviamente lo haría. Si nos están pidiendo ayuda sobre sus dudas, entonces, es porque claramente necesitan ayuda. No es tan sencillo como “solo creer.” De la misma manera en que decirle a una persona que se está ahogando que solo tiene que dejar de ahogarse no le ayuda en nada, decirle a una persona que está luchando con dudas sobre Dios que solo tiene que creer no le ayuda en nada, tampoco. Necesitamos ayudarles a vencer sus dudas. Solo así, su fe puede ser fortalecida.
Otro contexto en el cual algunos usan esta frase es en el contexto de la salvación. “¿Qué tengo que hacer para ser salvo?” “Solo tienes que creer (en Jesús).” La razón por la cual decimos esto es porque queremos enseñarle al mundo lo “fácil” que es ser salvo. A diferencia de otras religiones que requieren una obediencia absoluta a ciertos mandamientos, o nos exigen ciertos rituales o comportamientos como ir a la iglesia para poder agradar a Dios y recibir Su favor, el cristiano entiende que lo único que necesita para recibir la vida eterna es “creer.” El problema con esto es que es cierto (Juan 3:16), pero requiere aclaración.
Cuando decimos que solo tenemos que creer en Jesús para ser salvos, ¿qué estamos queriendo decir? ¿Qué significa “creer”? Muchas personas “creen,” pero viven sus vidas como si no creyeran. Conozco a tantas personas que viven en el mundo, no van a la iglesia, conviven con sus parejas (no casadas), beben alcohol regularmente, se tatúan, etc., pero dicen creer en Dios. Recientemente, escuché una conversación en donde una persona (persona A) estaba diciendo que Jesús murió por nuestros pecados, y en respuesta la otra persona (persona B) comenzó a criticar ese sacrificio. Según persona B, Jesús murió por el vicio, y hasta dijo que Jesús había pecado (contrario a la Biblia que dice que Jesús fue perfecto). En respuesta, persona A comienza a refutarlo y se indigna porque siente que persona B le está faltando el respeto a Jesús, e inmediatamente persona B dice, “No. Yo no me estoy burlando de Jesús. ¡Yo amo a Jesús! Pero es que…”
Noten lo que esta persona está diciendo; dice amar a Jesús. Sin embargo, no sabe nada de la Biblia, no va a la iglesia, se burla del cristianismo, y afirma enseñanzas claramente contrarias a lo que Jesús enseñó. ¿Qué quiere decir esta persona cuando dice creer, o incluso amar, a Jesús, entonces? Claramente, no está queriendo decir lo mismo que Jesús mismo quiso decir cuando nos dijo que, si creemos, tendremos vida eterna (Juan 3:16). Por esta razón, tenemos que ser más claros cuando decimos que “solo tienes que creer” para ser salvos.
Al usar esta frase sin contexto ni explicación, estamos haciéndolo parecer que la salvación es un asunto puramente intelectual. Esta frase lo hace parecer que “creer” significa “asentimiento intelectual,” como el aceptar que 1+1=2, y que esto es suficiente para ser salvos. Pero, la fe bíblica no es un asunto puramente intelectual. Santiago nos explica, por ejemplo, que “también los demonios creen, y tiemblan” (Santiago 2:19). Sin embargo, los demonios no son salvos, lo cual demuestra que simplemente “creer” no es suficiente. ¿Cuál es la diferencia entre “creer” y “creer,” entonces? Es decir, ¿qué es lo que Jesús está queriendo decir cuando nos dice que creamos en Él? ¿Qué significa creer en Jesús, genuinamente?
No existe un verso singular que nos conteste esta pregunta, pero cuando tomamos a la Biblia entera en consideración, podemos contestar esta pregunta de manera clara. Primeramente, en cuanto al contenido de nuestra fe, no es simplemente creer que Jesús existió, por ejemplo, o que Dios existe, sino que tenemos que creer que: 1) Hemos pecado; 2) Merecemos morir por ese pecado; 3) Jesús murió en nuestro lugar; 4) Jesús resucitó, demostrando Su victoria sobre el pecado y la muerte. En otras palabras, parte de lo que significa creer en Jesús es reconocer que necesitamos salvación, y que Jesús es nuestro Salvador.
Segundo, “creer” significa aceptar el sacrificio que Jesús hizo en la cruz por nosotros. Es decir, Jesús pagó por nuestros pecados y nos ofrece perdón, pero para recibir ese perdón tenemos que aceptarlo. Si alguien ofrece pagar todas nuestras deudas (monetarias), por ejemplo, pero yo rechazo su pago, seguiré endeudado. De la misma forma, aunque Jesús haya pagado por nuestros pecados, y nos ofrece salvación, si no aceptamos Su sacrificio y Su perdón, seguiremos en nuestros pecados.
Por último, “creer” implica arrepentimiento de nuestros pecados. La palabra “arrepentimiento” significa literalmente “un cambio de dirección.” Arrepentirse de nuestros pecados, entonces, lo que significa es que estamos reconociendo que hemos pecado, pedimos perdón por esos pecados, y nos comprometemos con intentar de no volver a cometer esos pecados (aunque lo más probable lo volveremos a hacer porque somos imperfectos).
Parecería ser complicado, pero en realidad lo que estoy diciendo es que “creer en Jesús” es decidir confiar plenamente en Él. Es un acto de confianza en donde le entregamos nuestra vida y le pedimos perdón por nuestros pecados. Y, esto no es algo que ocurre por nuestro propio esfuerzo, sino que Dios mismo, a través del Espíritu Santo, nos lleva al arrepentimiento y a la fe en Cristo.
Un último punto bien importante sobre la salvación es que, una vez tomamos esa decisión de creer en Jesús, somos criatura nueva (2 Corintios 5:17). Esto implica que ya no vivimos como vivíamos antes de Cristo, sino que ahora hacemos todo lo posible por vivir en obediencia a Él. Por esta razón un cristiano no puede vivir su vida como le da la gana bajo la excusa de que “cree” en Jesús. Si realmente crees en Jesús (has entregado tu vida a Él y te has arrepentido de tus pecados, de esta forma aceptando Su perdón), no vas a desear seguir viviendo una vida que sea contraria a Él y Sus enseñanzas, sino que vas a desear agradarle en todo lo que haces (aunque falles). La obediencia no nos salva, pero sí es el fruto y la evidencia de esa salvación. Una vida en desobediencia, entonces, probablemente no es una vida que ha creído en Cristo, genuinamente, aunque digan creer en Él.
Es cierto que, para ser salvos, solo tenemos que creer en Jesús. Pero, es importante entender que creer en Jesús implica aceptar Su sacrificio en la cruz y arrepentirnos de nuestros pecados. Si no estamos explicándole esto a las personas cuando le decimos “solo tienes que creer,” les estamos haciendo más daño que bien y, por lo tanto, es mejor evitar usar esta frase.
2. Dios nos ama tal cual somos
Esta es otra frase popular que es cierta, pero la usamos, o algunos la interpretan, incorrectamente. Al igual que la primera, si no aclaramos lo que estamos queriendo decir con esta frase, es mejor evitarla por completo.
El problema principal con esta frase es que muchos entienden que “amar” es lo mismo que “aceptar.” En otras palabras, cuando se dice que Dios nos ama tal cual somos, muchos entienden que estamos diciendo que Dios nos acepta tal cual somos. Pero, si esto fuera cierto, no nos llamaría al arrepentimiento (Hechos 3:19), lo cual significa literalmente “un cambio de dirección.” Cuando nos arrepentimos, estamos cambiando de dirección, dejando atrás nuestra vida de pecado y comprometiéndonos a una vida de obediencia a Cristo. Similarmente, si Dios nos aceptara tal cual somos, no nos prometería transformarnos y conformarnos a la imagen de Su Hijo (Romanos 8:29).
Claramente, lo que Dios quiere para nosotros es que seamos diferentes; que nos parezcamos más a Su Hijo, Jesús. Cuando decimos que Dios nos ama o nos acepta tal cual somos, estamos dando la impresión errónea de que no es necesario cambiar; que podemos seguir viviendo nuestras vidas a nuestra forma y que no importa porque ya Dios nos ha aceptado de esa manera. Por esta razón es que muchos, hoy día, usan esta frase cuando se dirigen a la comunidad LGBTTQ+, por ejemplo.
Actualmente, se están levantando muchas iglesias “inclusivas” que no creen en el arrepentimiento, o no creen que el homosexualismo es pecado. A las personas de esta comunidad se les dice que “Dios te ama tal cual eres; no tienes que cambiar,” y con esto le están diciendo que Dios acepta sus conductas o deseos actuales. Decirle a una persona que está en pecado que no tiene que cambiar porque Dios los ama tal cual son es poner su vida eterna en peligro. Es una manera de afirmar un estilo de vida o unos deseos carnales que los alejan de Dios, y por lo tanto usar esta frase en este sentido es sumamente dañina y peligrosa.
Es cierto que Dios nos ama a todos porque Dios es amor (1 Juan 4:8). También es cierto que Dios no rechaza a nadie que quiere tener una relación con Él (Hechos 10:34-35; Romanos 10:13). Pero, no es cierto que Dios acepta toda conducta, deseo, o creencia, y que no tenemos que cambiar para agradarle a Dios. Cuando usamos la frase “Dios nos ama tal cual somos,” sin embargo, sin aclaración o explicación, estamos corriendo el riesgo de dar la impresión incorrecta y, por lo tanto, es mejor evitarla.
3. Cristo viene pronto
Seguramente, ya han notado un patrón en este escrito. Al igual que las otras frases, esta frase es cierta, pero se usa de manera incorrecta. Por ejemplo, es común escuchar esta frase en momentos de tragedia o calamidades naturales. Cuando ocurre un temblor, terremoto, o un gran huracán, inmediatamente algunos dicen que estas son señales del fin y que Cristo viene pronto. Cuando ocurren asesinatos atroces, algunos citan a Jesús cuando dice que, en los tiempos finales, “el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12), y lo ven como evidencia de que Cristo viene pronto.
La verdad es que, históricamente, los cristianos han sido alarmistas cuando se trata del fin del mundo. A tal punto ha llegado este alarmismo que algunos hasta han intentado predecir la fecha exacta del fin del mundo, o del rapto, advirtiéndole al mundo que avancen a arrepentirse porque el fin vendrá pronto. Recientemente, de hecho, se levantó un movimiento en las redes sobre un supuesto rapto que iba a ocurrir en septiembre u octubre (fueron cambiando la fecha cada vez que pasaba el día sin rapto), y algunos se grababan vendiendo sus posesiones porque ya no tenían utilidad porque pensaban que se iban a ir con Cristo (¿Cuál sería el punto de venderlas, si ese dinero no se lo pueden llevar consigo? No sé).
La realidad es que la Biblia sí nos dice que la venida de Cristo se acerca (Santiago 5:8). Incluso, Jesús mismo nos dice en Apocalipsis que “vengo pronto” (Apocalipsis 22:7). Sin embargo, también nos dice que, de ese día, nadie sabe el día ni la hora (Mateo 24:36), y nos advierte que ocurrirá cuando menos lo esperemos (Lucas 12:40). Por tal razón, no es un ejercicio fructífero intentar predecir el día exacto de la Segunda Venida de Cristo, o el rapto, o el fin del mundo, ya que claramente esto no es algo que ni podemos, ni nos corresponde conocer.
Aunque es cierto que Cristo viene pronto, es importante entender lo que esto quiere decir. En la Biblia, la palabra “pronto” en griego (el lenguaje en el que fue escrito en nuevo testamento) significa literalmente “inminente.” Es decir, “repentinamente.” Cuando Jesús nos dice que viene “pronto,” lo que nos está queriendo decir es que puede venir en cualquier momento, como “ladrón en la noche” (1 Tesalonicenses 5:2). Por eso nos exhorta a estar siempre preparados para Su venida en cualquier momento (Mateo 24:44). Estar preparados no implica vivir con miedo constante de que el fin se acerca. Lo que significa es estar seguros de que hemos creído en Jesús como nuestro Salvador, y que nos esforcemos por predicar el evangelio a todo el mundo para que, cuando Cristo venga, seamos salvos.
El fin del mundo, para el cristiano, no debería de ser un tiempo de miedo, sino de esperanza. Tenemos esperanza porque confiamos en que hemos sido perdonados por nuestros pecados, y que nos iremos con Él para disfrutar de la vida eterna. No tenemos nada que temer porque hemos sido cubiertos por Su sangre, y seremos salvos.
Cuando decimos que Cristo viene pronto, entonces, estamos dando la impresión incorrecta de que conocemos el día y la hora, o que literalmente Jesús viene ya mismo. Pero, la Biblia lo que nos enseña es que nadie sabe la hora, y que Jesús puede venir en cualquier momento, ya sea hoy, mañana, o en 1,000 años. “Pronto” en este contexto no significa “ya mismo,” sino “repentinamente.” Decir que Cristo viene pronto sin esta aclaración solo sirve para promover el miedo y la confusión y, por lo tanto, es mejor evitarla por completo.
4. Dios ayuda a los que se ayudan
Una vez me dijeron, “Porque la Biblia lo dice: Ayúdate, y yo te ayudaré.” La idea detrás de esta frase es exhortar a las personas a que no se queden con los brazos cruzados, esperando algún milagro, sino que entiendan que en la vida tenemos que trabajar y esforzarnos para hechar hacia adelante. Y, esto es cierto. Santiago, por ejemplo, nos recuerda que cuando alguien está en necesidad, orar por ellos no siempre es suficiente, sino que también debemos de buscar ayudar a esa persona en necesidad (Santiago 2:14-17). Es cierto, entonces, que además de creer y orar, el cristiano debe de obrar.
Sin embargo, existen varios problemas con esta frase. Primero, tal frase no existe en la Biblia. Por lo tanto, aún si fuera cierta, debemos de evitar decir que esto es lo que la Biblia enseña. Segundo, la frase implica que Dios solo nos ayuda si nos ayudamos a nosotros mismos primero. Pero, esto no es cierto. Decir o insinuar que Dios solo nos ayuda si nos ayudamos primero es decir que las obras de Dios dependen de nuestro esfuerzo, como si la ayuda de Dios fuera condicional, o como si Dios necesitara de nosotros para obrar. Ninguna de estas ideas son bíblicas. Dios no nos necesita, ni depende de nosotros para obrar. Tampoco ignora o rechaza las oraciones de aquel que, por alguna razón u otra, no está “ayudándose” a sí mismo.
Si muy bien es cierto que la Biblia nos llama a la acción, es importante entender que la ayuda y la fidelidad de Dios no depende de nuestro esfuerzo o fidelidad (2 Timoteo 2:13). La frase “Dios ayuda a los que se ayudan” lo que promueve es la auto-suficiencia, como si no necesitáramos de Dios para perseverar. Esta frase también ignora la gracia y la fidelidad de Dios que no depende de nuestras acciones. Y, por último, la frase ignora la realidad de que existen circunstancias en donde no podemos hacer nada, y que dependemos al 100% de Dios. La salvación, por ejemplo, no depende de nosotros, sino de la gracia de Dios. En este caso, no nos podemos ayudar a nosotros mismos, sino que necesitamos que Dios mismo sea quien nos salve.
Reitero que es importante que el cristiano crea, ore, y también obre. Eso es cierto. Pero, no confundamos esto con pensar que Dios solo nos ayuda si nos ayudamos a nosotros mismos, primero. Eso no está en la Biblia, ignora la gracia y la misericordia de Dios, y promueve un sentido de auto-suficiencia que nos aleja de Dios (pensamos que no necesitamos de Su ayuda). Por tal razón, yo creo que es mejor evitar esta frase.
5. Dios no te da más de lo que puedes soportar
Usualmente usamos esta frase cuando alguien está pasando por un momento difícil de su vida. La idea es que Dios permite que nos ocurran cosas malas, sabiendo que tenemos las fuerzas o la capacidad para sobrellevarlas. Esto es otra forma de decir, “Confía en ti. Tú puedes.” Esta frase nace de 1 Corintios 10:13 que dice, “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.”
Noten, sin embargo, que este pasaje no está hablando sobre aflicción, tribulación, o dificultades de la vida; está hablando sobre la tentación, y el contexto del pasaje (los versos antes y después) nos está hablando sobre el pecado. En otras palabras, nos está hablando sobre la importancia de resistir la tentación a pecar. Usar este verso para decir que podemos sobrellevar cualquier tribulación en la vida no es correcto, y completamente contrario a lo que el autor nos está diciendo. Noten, también, que el pasaje no dice que podemos sobrellevar cualquier tentación con nuestras propias fuerzas, sino que nos dice que Dios mismo ofrece la salida. El mensaje de este verso, entonces, es que acudamos a Dios para que Él nos ayude a resistir las tentaciones del mundo. No se trata de una auto-dependencia.
La realidad del caso es que, en esta vida, ocurren muchas cosas que no podemos soportar. Aún si limitamos la frase al tema del pecado, todos tenemos que admitir que todos caemos en pecado, eventualmente. Con nuestras propias fuerzas, no podemos resistir al pecado al 100%. Si esto fuera posible, no necesitaríamos a Cristo. Más sin embargo, sí necesitamos de Cristo, y sin Él todos estaríamos perdidos en el pecado. Por lo tanto, como mínimo, existe por lo menos una cosa que el ser humano no puede soportar por sus propias fuerzas (el pecado). Pero, existen otras.
Aunque la intención detrás de esta frase es buena (busca animar a las personas que sienten que no pueden más, intentando exhortarles a que no se rindan), las implicaciones de ella pueden ser más dañinas de lo que pensamos. Una persona que está pasando por una depresión, por ejemplo, con pensamientos suicidas, necesita ayuda. Esta persona, en ese estado, no tiene las fuerzas o la capacidad para sobrellevar esos pensamientos. Decirle a esta persona, en esencia, “tú puedes,” no los va a ayudar a salir de ese estado de depresión. La realidad del caso es que esta persona sí necesita ayuda, tanto de sus seres queridos y ayuda profesional, pero sobretodo necesita la ayuda de Dios.
Otro problema con esta frase es que implica que es Dios quien nos da las dificultades de la vida. “Dios no te da…” Cuando mi padre murió, fue (y sigue siendo) el momento más difícil de mi vida. Mi corazón se enfrió por un tiempo, y llegué a cuestionar a Dios, entre otras cosas. En ese estado, decirme que “Dios no te da más de lo que puedes soportar” es atribuirle a Dios la muerte de papi bajo la excusa de que yo puedo con esto y más. ¡No! La realidad del caso es que no pude soportar ese dolor. La única razón por la cual estoy aquí, hoy, perseverando en la fe, es porque Dios me dio las fuerzas. Dios trabajó en mi interior para enseñarme ciertas cosas, y me ha sostenido en durante todo el proceso. No fui yo. Si fuera por mí, me hubiera rendido. Fue Dios quien me ayudó a no rendirme.
Existen otros ejemplos como este que pudiera dar. La realidad del caso es que existen muchas cosas en esta vida que no podemos soportar. Y, muchas de las cosas que vivimos no son cosas que Dios quiere que vivamos; son producto de vivir en un mundo caído. Esta frase, entonces, al igual que la anterior, promueve una falsa sensación de auto-suficiencia, la cual es sumamente peligrosa porque existen momentos en los cuales no tenemos las fuerzas para perseverar, y necesitamos ayuda. La frase también le atribuye a Dios todas nuestras tribulaciones, como si esto es lo que Él quisiera para nosotros. Pero, la Biblia nos dice que los planes de Dios para nosotros son de bien, no de mal (Jeremías 29:11). Por lo tanto, es incorrecto decir que Dios me da estas cosas. Por esto y otras razones, creo que debemos de evitar usar esta frase.
6. Todo pasa por una razón
La idea detrás de esta frase es afirmar la soberanía de Dios, y ofrecerle aliento a los que están pasando momentos difíciles. Recuerdo que en uno de los momentos más difíciles de mi ansiedad, un día me vino a la mente el pensamiento de que Dios es soberano y omnisciente. Esto me hizo entender que, cuando Dios me llamó a ministerio, lo hizo sabiendo que yo algún día iba a padecer de ansiedad. Dios sabía que esta ansiedad iba a limitar mi capacidad de ejercer ciertos aspectos de Su llamado, y aún así me llamó. No solo esto, Dios tiene el control; nada de lo que ocurre en esta vida ocurre sin Su permiso. Por lo tanto, si Dios me llamó sabiendo que algún día iba a padecer de ansiedad, y si Dios permitió que yo padeciera de ansiedad, quiere decir que tiene que haber algún propósito para mi ansiedad. Esto me ayudó significativamente a lidiar con mi ansiedad, y eventualmente vencerla.
Les cuento este pequeño testimonio porque la idea central detrás de esta frase es cierta; Dios es soberano, y tiene un plan perfecto para todo. Esto incluye las cosas malas que nos suelen ocurrir. Sin embargo, en un momento de aflicción, esta frase no sirve de mucho. Al contrario, puede empeorar la aflicción. La idea de que Dios tiene un plan perfecto para todo y para todos es algo sumamente difícil de comprender y aceptar, y en momentos de aflicción es casi imposible hacerlo. Para una persona que está sufriendo, decirle que “todo pasa por una razón” es insinuar que no debería de estar lamentándose de su sufrimiento, sino que debería de estar celebrándolo.. También es insinuar que Dios es el responsable detrás de mi sufrimiento y que me está haciendo (o permitiendo) sufrir a propósito porque quiere lograr algo que yo todavía no entiendo. Todo esto ignora, sin embargo, que vivimos en un mundo caído, y que existe tal persona conocida como el Enemigo (Satanás) que busca hacer cosas que son contrarias al deseo de Dios.
En medio del sufrimiento, decirle a una persona que todo pasa por una razón es una manera de minimizar su sufrimiento. En ese momento, yo no necesito entender que Dios tiene una razón para permitir lo que me está ocurriendo; lo que necesito es ayuda y consuelo en medio de mi sufrimiento. Recordemos que, en momentos de aflicción, nuestras mentes no están completamente coherentes y racionales. Muchas veces no tenemos la capacidad para analizar las posibles razones que Dios pueda tener para permitir el sufrimiento, y encontrar una con la que yo esté de acuerdo. En momentos de aflicción gobiernan las emociones, y nuestra mente se tiende a cegar, un poco. Por lo tanto, intentar explicarme, racionalmente, que todo pasa por una razón, aún si fuera cierto, yo no estoy en un estado mental y emocional como para entender y aceptarlo. No es lo que necesito en ese momento.
Peor aún, ¿qué hacemos cuando alguien, en respuesta a esta frase, nos pregunta cuál es esa razón? Si no estamos preparados para ofrecer una razón, mejor evitemos la frase por completo porque el resultado de nuestra ignorancia será que la persona pierda aún más confianza, tanto en nosotros, como en los propósitos de Dios. Por ejemplo, mi padre murió, y Dios pudo haberle sanado, pero no lo hizo. Ahora tú me dices que todo pasa por una razón. ¿Qué razón pudiera tener Dios para permitir eso? ¿Me estás diciendo que Dios quiso que papi muriera en ese momento y de esa manera porque tiene un propósito que cumplir? ¿Por qué no hizo otro plan, o buscó otra manera de cumplirlo? ¿Por qué los planes de Dios tienen que incluir mi sufrimiento? Estas son las preguntas que me hubieran pasado por la mente si alguien, en medio del dolor de la muerte de mi padre, me hubiera dicho “todo tiene una razón.”
Reitero que no estoy diciendo que la frase es falsa. Al contrario, yo creo que todo sí tiene una razón de ser. Pero, en momentos de aflicción eso no es lo que necesitamos escuchar, y muchos no tenemos la capacidad para escucharla en medio del dolor. En medio del dolor, no intentemos defender a Dios y buscar respuestas que no nos corresponder tener. No creo que es saludable, en esos momentos, intentar justificar o buscarle explicaciones al sufrimiento. Lo que una persona necesita en momentos de aflicción es empatía, acompañamiento, amor, y consuelo. Esta frase no logra nada de eso y, por lo tanto, creo que es mejor evitarla.
Conclusión
Existen otras frases que pudiera incluir en este escrito (quizás haga una segunda parte, si esta es recibida positivamente y veo que existe interés por más). Luego de haber comenzado a escribirlo, hice un “post” en las redes preguntando sobre qué frases deberíamos de dejar de usar. Las respuestas fueron sorprendentes y esperadas, a la misma vez. Pero, hubo varias que requieren un poco más de estudio para poder explicarlas correctamente, y por eso decidí mantener este escrito como está. Originalmente eran 5, pero decidí añadir una más que me escribieron en las redes.
La idea central de este escrito es que cuidémonos cómo y cuándo nos expresamos. No siempre lo que decimos es correcto. En ocasiones, es correcto pero requiere más explicación. Y, en ocasiones simplemente no es el momento apropiado para expresarnos. Usemos nuestro mejor discernimiento, escuchemos y pensemos antes de hablar, y evitemos pensar que necesitamos las palabras correctas en todo momento. A veces, lo único que las personas necesitan es nuestra presencia, aún en el silencio.
“Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina.” Proverbios 12:18




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