El Valor y el Problema de la Apologética
- Manuel Boglio
- 27 may
- 12 Min. de lectura

Hace alrededor de un año atrás, Wes Huff era básicamente un desconocido. Eso no es del todo cierto ya que trabajaba como director de un centro de apologética en Canadá, creando contenido en su canal de Youtube personal, logrando cientos o miles de vistas en sus videos, y trabajando en el ámbito académico cristiano. Pero, para los efectos del público en general (como yo), era un desconocido.
Esto cambió en diciembre del 2024 cuando comenzaron a surgir “clips” de un debate que Huff tuvo con Billy Carson. El debate se había dado en octubre de ese mismo año, pero el público nunca se enteró porque Carson, un supuesto experto que por años llevaba promoviendo mentiras y teorías de conspiración relacionadas a la religión (especialmente sobre el cristianismo), hizo todo lo posible por prohibir que el debate saliera a la luz. Una vez los clips comenzaron a salir a la luz, Carson intentó demandar a Huff y al moderador del debate, alegando que lo estaban humillando públicamente, y publicando el video sin su permiso.
A raíz de esta controversia, el nombre de Huff se dio a conocer. El consenso general del público en aquel entonces era que Huff había derrotado fácilmente a Carson, demostrando que es un fraude y que sus teorías de conspiración no tenían validez. Inmediatamente, Huff comenzó a ser reconocido por el público como un experto en los manuscritos del nuevo testamento y un historiador cristiano, a diferencia de Carson y otros que simplemente se hacen pasar por expertos, pero no lo son.
Eventualmente, el debate entero fue publicado, y a raíz de esta controversia Huff fue invitado al podcast de Joe Rogan; la plataforma de podcast más grande y popular en el mundo entero. Por años, Rogan ha usado su plataforma para criticar al cristianismo y a otras religiones, en más de una ocasión explicando el por qué él piensa que no es verdad. Este rechazo al cristianismo ha ido menguando en tiempos recientes, y en más de una ocasión Rogan ha invitado a cristianos populares para dialogar con ellos en su podcast. Huff ha sido uno de esos invitados, y esto lo ha ayudado a hacerse más famoso, aún. Pero, en esta ocasión su fama no fue por las razones ideales.
En su conversación con Rogan que duró aproximadamente 3 horas, Huff hizo algunas afirmaciones sobre la Biblia que lograron la atención de varios académicos, especialmente ateos, en las redes sociales. Inmediatamente, su nombre se encontraba en los títulos de decenas de videos buscando corregir o refutar a Huff, y usarlo como un ejemplo de estos “cristianos ignorantes que mienten para defender su fe.” Eventualmente, Huff hizo su propio video aclarando sus comentarios, y explicándole a las personas que solo fue un error de comunicación en una conversación de 3 horas; un error que cualquiera pudiera cometer.
Gracias a ese error, la popularidad de Huff ha aumentado drásticamente, sus videos ahora consistentemente logran miles de vistas, y parecería que por lo menos una vez por semana sale un video nuevo de una nueva entrevista con “el experto Wes Huff.” Su entrevista más reciente ocurrió en el “Flagrant Podcast,” una plataforma de comediantes que regularmente invitan a personas de toda ideología, incluyendo políticos, para tener una conversación con ellos.
En ese episodio, Huff fue interrogado (si ven la entrevista, entenderán el por qué lo describo de esa manera) por sobre 3 horas sobre Dios, el cristianismo, y la Biblia. Le hicieron muchas preguntas difíciles sobre temas complejos como el sufrimiento, la exclusividad del cristianismo, la transmisión de los manuscritos bíblicos, la Trinidad, y otros. Honestamente, yo me sorprendí sobre la manera tan clara que Huff pudo responder cada una de estas preguntas y explicar cada uno de estos temas. En ocasiones complicaba las cosas más de lo necesario, pero siempre llegaba al punto y los comediantes (uno de ellos católico y otro hindú, entre otros) quedaban impresionados con sus respuestas. Hizo un excelente trabajo, y de esta manera logró presentar al cristianismo de una forma clara y racional a una audiencia que, por lo general, no son creyentes. Los comentarios debajo de ese video confirman esta perspectiva mía, y honestamente es increíble ver como el cristianismo está siendo presentado a millones de personas alrededor del mundo que, hace unos meses no sabían nada sobre el cristianismo.
Todo lo que acabo de resumir es una de las mayores evidencias del valor de la apologética. Uno de los argumentos más comunes en contra de la apologética es que no se puede convencer a nadie a creer en Cristo por medio de argumentos o debate. Yo respondo a esta pregunta en un poco de mayor detalle en mi libro, “Apologética: Un Manual para Principiantes,” pero quisiera explicar, aquí, un punto que no hice en ese libro: no es nuestro trabajo convencer a nadie, pero eso no quiere decir que el intento es inútil.
Carl Henry (1913-2003), un teólogo cristiano evangélico relativamente desconocido a pesar de la relevancia de sus libros a la sociedad actual, regularmente hablaba sobre las funciones de la iglesia. Una de esas funciones, según Henry, es fomentar una sociedad que esté abierta al evangelio. Para Henry, esto se logra a través de la acción social; mostrando el amor de Dios a través de nuestras vidas, y de esa manera nuestro mensaje será aceptado mejor. No es que servimos para evangelizar, pero que, según Henry, el servicio es parte del evangelio. Una iglesia que no esté activa en la sociedad es una iglesia irrelevante. Y, una iglesia irrelevante no sirve para proclamar el evangelio. Esta es la perspectiva de Carl Henry.
La razón por la cual menciono todo esto es porque, aun si fuera cierto (no lo es) que no podemos lograr convencer a nadie a creer en Cristo por medio de argumentos o debates, esto no implica que la apologética no tiene ningún valor. Uno de los propósitos de la apologética es precisamente intentar fomentar una sociedad que esté abierta al evangelio. En este sentido, la apologética es solo una herramienta que nos puede ayudar en el evangelismo. Esto es exactamente lo que ha ocurrido con Wes Huff.
Existen miles de personas alrededor del mundo que, hasta hace poco, nunca habían pensado mucho en el cristianismo. Para muchas de estas personas, no existe evidencia para el cristianismo, la Biblia está llena de contradicciones, Jesús nunca existió y mucho menos resucitó. Para algunos, la religión solo es causa para división, y prefieren ser ateos o creer en teorías de conspiración que ser cristianos. Todo esto es afirmado por muchas personas sin ninguna evidencia; simplemente lo escucharon en un video o lo leyeron en algún lugar y lo creyeron.
A raíz de estas entrevistas con Wes Huff, muchas de estas personas ahora han sido expuestas al cristianismo por primera vez. Muchos ahora han escuchado que sí existe evidencia para el cristianismo, y que quizás todas estas percepciones que tenían sobre el cristianismo estaban erradas. Esto sin hablar del carácter y personalidad de Huff que se proyecta de manera respetuosa e íntegra (no conozco sobre su vida personal, pero es lo que proyecta), y que se le nota la pasión que tiene por Dios cuando habla de la Biblia o, incluso, sobre su testimonio de sanación. El punto es que, a través de estas entrevistas, muchas personas ahora están más abiertas al cristianismo, y por lo tanto más receptivas al evangelio. Huff logró refutar y aclarar falsas percepciones sobre el cristianismo, y esto es exactamente lo que la Biblia nos manda a hacer (1 Pedro 3:15).
Recientemente, salió a relucir que Joe Rogan (ateo) ha comenzado a asistir a la iglesia luego de su entrevista con Huff. En esa entrevista, Rogan se vio notablemente impresionado y asombrado con cada pedazo de información que aprendía sobre la Biblia. Recientemente tuvo una conversación con varias personas sobre el Manto de Turín, y parece estar convenciéndose de que Cristo realmente resucitó. Esto es un testimonio del valor de la apologética, y es sin contar todos los testimonios que seguramente existen, pero que desconocemos porque las personas no son tan famosas como Rogan.
Todo esto comenzó con un debate, y luego una conversación en donde se cometió un error “controversial,” y gracias a esto Cristo está siendo proclamado a millones de personas. El que, hasta este momento, ha tenido sus dudas sobre el valor de la apologética, está viendo en tiempo real su gran valor potencial, cuando se hace correctamente. Incluso, todo esto coincide con una serie de estudios que revelan que, aunque en genera el cristianismo sigue en decadencia (en cantidad de personas), dentro de la generación z (jóvenes de 18-24 años) el cristianismo está creciendo drásticamente. Es decir, los jóvenes (por lo menos en UK, donde se hizo este estudio) han adquirido un renuevo en interés por la iglesia, y esto se debe en gran parte a la exposición intelectual del cristianismo como los mencionados, aquí (cabe notar que UK es uno de los países más seculares del mundo. Por lo tanto, el aumento en jóvenes cristianos es sorprendente).
Habiendo dicho todo esto, no quisiera pintar una imagen de la apologética perfectamente positiva. La realidad del caso es que la apologética tiene sus problemas, uno de ellos siendo lo fácil que es caer en lo sobre intelectual. La primera vez que me di cuenta de esto fue en una de mis clases para el doctorado, en donde un día estuvimos debatiendo algún tema sobre Dios (no recuerdo el tema), y en medio del debate me di cuenta de que habíamos convertido a Dios en un “algo,” en vez de un “alguien.” Es decir, nos perdimos tanto en ese debate intelectual, que estábamos hablando sobre Dios como un mero concepto filosófico. Pero, Dios no es un concepto filosófico; es el Creador del universo, el Redentor, entre muchas otras cosas.
En ese momento me di cuenta de lo fácil que es perderse en lo intelectual, y olvidarnos de Dios, como tal. Sobre todo, me di cuenta de lo fácil que es olvidarnos del evangelio. Me preguntaba, ¿Cuál es el punto de este debate? ¿Qué logramos con discutirlo tanto? Desde entonces, he tratado todo lo posible por evitar ese extremo, y siempre que me siento a leer, estudiar, o enseñar algo, trato de preguntarme, ¿Qué valor tiene esto para glorificar a Dios y edificar a la iglesia? ¿Cómo esto ayuda a la expansión del Reino? ¿Tiene una aplicación para el evangelio?
Yo hice mi disertación en la Trinidad, por ejemplo, y la razón por la cual la hice en ese tema es porque yo tenía ciertas dudas sobre la Trinidad que necesitaba intentar resolver. La disertación fue mi excusa para sentarme a estudiar el tema y encontrar una respuesta. Luego de mi graduación, tenía pensado convertir mi disertación en un libro. Comencé a trabajarlo, pero eventualmente comencé a dudar sobre su valor para la iglesia. Lo que había escrito es de gran interés en el mundo académico, pero ¿tiene valor práctico para la iglesia? ¿En qué esto ayuda a las personas a acercarse más a Dios? Al no poder contestar esas preguntas fácilmente, decidí ponerle pausa a ese libro, por un tiempo, y dedicarme a otras cosas. Desde entonces, he escrito un libro sobre cómo vencer las dudas sobre Dios, y ahora se aproxima mi segundo libro sobre la Apologética. La meta de ambos es glorificar a Dios y ayudar de manera práctica a la iglesia y que, de esta forma, el evangelio se pueda proclamar de manera más efectiva. Eventualmente me sentaré a escribir sobre la Trinidad, pero desde una perspectiva práctica, y no puramente intelectual. Si no le encuentro una aplicación práctica, no lo haré.
¿Qué tiene que ver esto con Wes Huff y el tema de este artículo? En su entrevista en el podcast de Flagrant, a pesar de lo increíble que fueron sus respuestas, especialmente considerando el ambiente interrogativo (no era una mera conversación, y seguramente muchos estaban escuchando la entrevista esperando algún error para poder hacer videos en respuesta, lo cual debió haberle puesto más presión a Huff de contestar de la mejor forma posible), al final creo que falló de manera significativa. Aclaro que esto no es una crítica de Huff. No estoy tratando de decir que no es un buen cristiano, o que yo pude haber hecho un mejor trabajo. Seguramente, ninguna de esas dos cosas es cierta. Pero, escuchándolo desde la comodidad de mi carro (en donde tiendo a escuchar podcasts), sí pude notar una carencia en una de sus últimas respuestas que vale la pena resaltar.
Al final del podcast, le preguntan a Huff sobre el evangelio. Los comediantes no logran entender el por qué es necesario creer en Cristo para ser salvo. ¿Por qué no es suficiente vivir como una buena persona? ¿Por qué es que un cristiano que vive en pecado puede ser salvo, pero un hindú que vive ayudando a las personas se va para el infierno? Cabe notar que uno de los comediantes es hindú. Por lo tanto, esta pregunta fue increíblemente relevante. Sin embargo, las respuestas de Huff nunca lograron llegar al punto. Al final, el hindú confesó que sus respuestas lo alejaron aun más del cristianismo (estaba notablemente molesto), y los demás se quedaron en un estado de confusión.
Ahora bien, es muy posible que estas reacciones sean de esperarse. El evangelio, para el que vive en pecado, puede ser ofensivo. Y, como dice Pablo, puede ser locura para los que no creen (1 Corintios 1:18). Por lo tanto, se pudiera hacer el argumento de que Huff sí contestó correctamente, y que simplemente los del podcast no quisieron aceptar su respuesta. Pero, como cristiano (yo), sus respuestas tampoco me saciaron. Hablando sobre el evangelio, no pudo explicar lo que es el pecado, las consecuencias de ese pecado, y el por qué era necesario que Jesús muriera. No logró explicar claramente el por qué es necesario creer en Cristo para ser salvo, y a la vez ofrecer alguna explicación sobre el destino final de los que quizás nunca escucharon el evangelio. En fin, no logró explicarles el evangelio, y al final todos terminaron reafirmando sus creencias previas sobre el cristianismo: No es justo.
En más de una ocasión, incluso, el comediante principal le dijo a Huff que la perspectiva sobre Dios del cristianismo (en donde requiere que creamos en Él para ser salvos) pinta una imagen de Dios muy pequeña. Huff nunca corrigió esto, explicando la magnitud del amor de Dios y Su justicia y misericordia. ¿Por qué la salvación es exclusivamente por medio de Cristo? Porque solo Él murió por nuestros pecados. ¿Por qué un cristiano que vive en pecado puede ser salvo? No puede serlo (si vive en pecado, solo es un cristiano en nombre, no en realidad). ¿Por qué el hindú que vive una buena vida se irá para el infierno? Porque todos pecamos, y el pecado nos separa de Dios (lo cual es la definición del infierno). Por más bien que hagamos, nadie es perfecto. Todos pecamos, y por lo tanto sin el perdón de Cristo no podremos ser salvos.
¿Qué pasa con todas esas personas que nunca escucharon el evangelio? La realidad es que no sabemos, pero en base del carácter de Dios podemos deducir que serán juzgadas en base de lo que sí conocen. Es decir, la vara con la que serán medidos será distinta a la de los que escucharon y rechazaron el evangelio. ¿Qué es el evangelio? Que Dios nos creó, el ser humano pecó, el pecado nos separa de Dios porque Dios es perfectamente santo (no se puede mezclar con el pecado), separarse de Dios produce muerte y sufrimiento (merecemos morir), Cristo murió en nuestro lugar (pagando la deuda de nuestros pecados), y si creemos en Él (arrepintiéndonos de nuestros pecados) seremos salvos (nuestros pecados serán perdonados).
En mis clases bíblicas, algo que hago con cada grupo es pedirles que intenten explicarme el evangelio en 1 minuto. Les explico que esto es necesario porque no siempre tenemos el tiempo para tener una conversación con alguien, y porque poder hacerlo de esta manera demuestra que verdaderamente entendemos lo que estamos predicando. En el caso de Huff, tuvo 3 horas para hacerlo, y no creo que lo logró. Lo interesante es que cada una de sus otras respuestas fueron excelentes. Supo tocar el tema del sufrimiento, la existencia de Dios, la confiabilidad de los manuscritos bíblicos, las supuestas contradicciones en la Biblia, las atrocidades en la Biblia, la esclavitud, entre muchos otros temas. Pero, cuando se le preguntó, ¿Por qué debo creer en Cristo para ser salvo?, no supo contestar.
El problema es que, de todos los temas discutidos en esa entrevista, esta pregunta fue la más importante. Y, en ese momento me vino a la mente lo que estoy escribiendo, ahora. La apologética tiene un gran valor en la sociedad, pero en especial en la iglesia. Puede ser una herramienta para el evangelio, ayudando a proclamar a Cristo en lugares y de formas en que no pudiéramos llegar de otra forma. En el caso de Huff y otros apologetas recientes, la apologética ha ayudado a exponer al cristianismo a millones de personas, y a raíz de esto algunos se han acercado más a Dios. El valor de la apologética es indiscutible.
Por otro lado, el peligro de la apologética es que es demasiado de fácil recaer sobre lo intelectual, y olvidarnos de lo que más importa. En mi intento de defender la confiabilidad de los evangelios, por ejemplo, puedo olvidarme a proclamar el evangelio, como tal. En mi intento de defender la existencia de Dios, puedo tratar a Dios como un concept filosófico, y no como el Creador y Redentor del mundo. En mi intento de racionalizar al cristianismo, puedo olvidar a Cristo y lo que hizo en la cruz por todos nosotros. Reitero que esto no es una crítica de Wes Huff, como tal, sino una auto-reflexión sobre cómo yo puedo ser mejor cristiano y practicar una mejor apologética. En mi intento de defender la fe no puedo olvidar el centro de mi fe, que es Cristo.
Esta es la parte que aleja a muchas personas de la apologética. Lo ven como un ejercicio intelectual que busca racionalizar lo espiritual. Y, aunque esto no es cierto, en ocasiones nosotros (los que practicamos la apologética) no hacemos un buen trabajo en demostrar que no es cierto. Una de las razones por la cual escribí este nuevo libro sobre la apologética es precisamente para intentar combatir esa percepción. Necesitamos una apologética que no se vea como contraria al evangelio, sino que sirva como una herramienta para evangelizar. Necesitamos una apologética que no sea puramente intelectual, sino que envuelva, también, a nuestro carácter y forma de vivir la vida. Necesitamos una apologética que se vive, no solo que se hable. En otras palabras, necesitamos una apologética que se parezca más a Cristo. Espero que de alguna forma u otra yo logre poner estas palabras en práctica, y que quizás logre ayudar a otros a hacer lo mismo.
Para adquirir el libro, “Apologética: Manual para Principiantes,” accede al siguiente enlace desde el 6 de junio: amazon.com/author/manuelboglio.
Gracias a todos por el apoyo. DLB.
Comments