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El Manto de Turín


A. Introducción

 

Juan 20:1-10 nos cuenta la historia del momento en el que la tumba de Jesús fue hallada vacía, 3 días después de Su crucifixión. Aunque Juan decide mencionar solo a María Magdalena, gracias a los demás evangelios sabemos que no estaba sola, esa mañana, sino que le acompañaron varias mujeres. De hecho, las palabras de María Magdalena en la versión de Juan también implican que no estaba sola, ya que dice, “no sabemos dónde le han puesto” (v. 2; énfasis mío), en referencia al cuerpo de Cristo.

 

Luego de que las mujeres se encontraran con la tumba vacía, Juan nos dice que salieron a contarle a los discípulos sobre su hallazgo, en particular a Pedro y a Juan. Inmediatamente, Pedro y Juan van al sepulcro, y noten lo que ellos encuentran. Según Juan, “Y salieron Pedro y el otro discípulo [Juan], y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró. Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó.”

 

Noten el último verso; “vio, y creyó.” Aquí nos tenemos que hacer dos preguntas. Primero, ¿qué vio? Y, segundo, ¿qué creyó? La segunda pregunta la podemos contestar fácilmente, ya que el mismo pasaje nos dice: “Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos.” En otras palabras, anterior a este momento, los discípulos no habían entendido que Jesús debía resucitar. En ese momento, los discípulos estaban destrozados, tristes por la muerte de Jesús, temerosos de perder su vida, también, y probablemente confundidos, sin entender cómo es posible que el Mesías haya muerto. Pero, una vez visitan al sepulcro, creyeron. Claramente, entonces, el contexto lo que nos está diciendo es que en ese momento creyeron que Jesús había resucitado.

 

Noten que ellos todavía no habían visto a Jesús; las apariciones ocurren después de este evento. Sin embargo, algo vieron en esa tumba que los convenció que Jesús había resucitado. Esto nos lleva a la primera pregunta: ¿Qué vieron? Si retrocedemos un poco a los primeros versos, vemos que la razón por la cual Pedro y Juan fueron a la tumba fue porque las mujeres le habían dicho que se habían robado el cuerpo de Jesús. Por lo tanto, lo que ellos fueron buscando en la tumba es el cuerpo de Cristo. Pero, no se encontraron con una tumba vacía. Cierto es, no encontraron al cuerpo de Cristo, pero la tumba no estaba vacía.

 

Noten que lo primero que Juan vio a la distancia fueron “los lienzos puestos allí” (v. 5). Luego nos dice que Pedro entró a la tumba y vio “los lienzos puestos allí, y el sudario” (v. 6). Finalmente, nos dice que Juan entró a la tumba, “vio, y creyó.” ¿Qué vio Juan, entonces? El contexto también lo deja claro: vio los lienzos. En otras palabras, tanto Juan como Pedro lo que vieron esa mañana, además de la ausencia del cuerpo de Cristo, fue la ropa con la cual habían envuelto a Jesús al bajarlo de la cruz. Los evangelios sinópticos mencionan una sábana (Lucas 23:53; Marcos 15:46; Mateo 27:59). Esta sábana hubiera sido parte de los lienzos que Pedro y Juan encontraron en la tumba, aquella mañana.

 

La pregunta más importante, sin embargo, es, ¿Por qué, al ver los lienzos, los discípulos quedaron convencidos de que Jesús había resucitado? Si alguien que tú conoces muere, y lo viste morir, y fuiste a su velorio y entierro, y luego de varios días vas a su tumba y la encuentras abierta, el cuerpo no está, pero ves la ropa con la que lo enterraron, ¿qué pensarías? ¿Tu primer pensamiento sería que la persona había resucitado? ¿No sería más probable que esto te lleve a pensar que simplemente alguien se robó el cuerpo? Creo que todos pensaríamos lo mismo (que se robaron el cuerpo). No tiene sentido pensar que la persona había resucitado. ¿Por qué, entonces, los discípulos sí? Les recuerdo que ellos no tenían la creencia de que Jesús iba a resucitar. Los judíos del primer siglo, de hecho, no creían en resurrecciones individuales (creían en una resurrección general al final de los tiempos). Por lo tanto, no tenían ninguna razón para concluir que Jesús había resucitado.

 

Otra pregunta que nos podemos hacer es, ¿Por qué el autor de Juan nos menciona los lienzos? Si tú estás escribiendo una historia en la que un personaje muere y es enterrado, y de repente unas mujeres notan que la tumba estaba vacía y se lo cuentan a dos de sus amigos, y los amigos salen corriendo a la tumba, ¿qué es lo que escribirías que encontraron? Es decir, ¿qué andaban buscando los discípulos en la tumba? La respuesta es, el cuerpo de Cristo. Pedro y Juan querían confirmar si lo que las mujeres le habían dicho era verdad. Por lo tanto, una narrativa coherente lo que nos diría es que los discípulos vieron la tumba vacía; que no encontraron el cuerpo. No tiene sentido que la historia se trate del cuerpo, pero lo que el narrador nos menciona es la ropa con la que envolvieron al cuerpo. ¿Por qué los lienzos son tan importantes?

 

Les recuerdo que encontrar una tumba vacía, y ver la ropa con la que envolvieron a Jesús el día de Su muerte, no sería razón para concluir que Él había resucitado. Sin embargo, algo vieron en esos lienzos que, al parecer, fue tan impresionante que sí logró convencer a dos discípulos que ni tan siquiera creían en la posibilidad de una resurrección individual a creer que Jesús había resucitado. Necesitamos poder explicar esto.

 

Yo no tengo la respuesta a esta pregunta, pero les quiero proponer una hipótesis. Quizás lo que vieron esa mañana fue evidencia de que había ocurrido un milagro. Quizás lo que vieron es algo tan inexplicable, que sólo un evento como la Resurrección del Hijo de Dios puede explicarlo. Quizás lo que vieron fue algo como lo que nosotros podemos ver, hoy, en el Manto de Turín.

 

B. El Manto

 

El Manto de Turín es un pedazo de tela encontrado en el año 1350 en Francia que parece tener la imagen de un hombre crucificado bajo condiciones casi idénticas a las que la Biblia nos menciona sobre Jesús. Este pedazo de tela se ha convertido en el artículo más estudiado y analizado en el mundo entero. Científicos de todas partes del mundo han viajado a Turín, Italia (en donde el Manto ha residido por los últimos 400 años, y de donde sale su nombre) para estudiar el Manto, intentando descifrar sus grandes misterios.

 

Lo primero que los científicos quieren saber es, ¿El Manto es real? Es decir, ¿realmente lo que estamos viendo es la imagen de un hombre crucificado, o es simplemente la creación artificial de algún artista del pasado? De ser una creación artificial, lo segundo que los científicos quieren saber es, ¿Cómo lo crearon? ¿Podemos recrearlo? ¿Podemos explicar el método que la persona usó para crear esta imagen? Por último, de ser real lo que se quiere saber es, ¿Quién fue este hombre?

 

Yo no quisiera asumir una postura dogmática sobre la autenticidad del Manto. Algunos días me levanto pensando que posiblemente sea Jesús, pero algunos días me levanto pensando que no puede serlo. La realidad del caso es que yo no sé. Sin embargo, todos los que han estudiado sobre el Manto tenemos que admitir que, sea real o no, su creación es increíblemente interesante. El Manto tiene tantos detalles curiosos, muchos de ellos inexplicables, que es imposible no quedar maravillado ante la posibilidad de que lo que estamos viendo plasmado en ese pedazo de tela es la imagen del momento exacto en el cual Jesús resucitó.

 

De ser cierto, tenemos la mayor evidencia física de la resurrección de Cristo, demostrando sin duda alguna la verdad del cristianismo. De ser falso, tenemos la mejor representación visual de cómo Jesús se pudo haber visto en el momento de Su muerte. Sea cual sea la verdad, vale la pena mirar la imagen del Manto y reflexionar sobre la magnitud del sacrificio de Jesús, el cual estamos conmemorando en esta misma semana, mientras escribo esto. Con esto en mente, deseo compartir algunos detalles, de los más que encuentro interesantes, sobre el Manto, y les exhorto a que se permitan levantar la curiosidad. No tienen que terminar este artículo creyendo que es el Manto de Jesús, pero tampoco seamos tan escépticos como para no permitir aunque sea la posibilidad.

 

C. Datos Curiosos

 

Todo lo que compartiré lo pueden conseguir en la página de Gary Habermas, uno de los expertos mundiales en el tema de la Resurrección, y provienen de los mismos expertos que estudiaron el Manto personalmente. En otras palabras, nada de lo que compartiré es controversial y ni debatido, sino que todo es parte de las conclusiones a lo que estos expertos (la mayoría no-cristianos) llegaron.

 

El primer dato curioso es que la sangre que vemos en el Manto realmente es sangre. No es pintura, ni ningún otro elemento artificial.

 

Segundo, relacionado al primero dato es que no se ha encontrado ningún rastro de pintura, químico, o ningún elemento artificial que pudiera explicar el origen de la imagen. En otras palabras, esto no fue pintado ni creado a través de ningún método artificial que conozcamos. Si alguien creó esta imagen en el Manto, lo hizo de una manera que aún no conocemos, hoy día.

 

Tercero, la imagen no puede ser replicada. Como parte de los intentos de determinar si la imagen es real o no está el intentar recrearla. Muchos han intentado utilizando una diversidad de métodos como pintura, químicos, fuego, etc., y utilizando tecnología moderna y antigua. Sin embargo, a pesar de tantos intentos, nadie ha logrado replicar la imagen del Manto en otro pedazo de tela. Sólo una vez se logró recrear una imagen que parece ser similar, superficialmente, pero bajo el microscopio no logra pasar la prueba. La imagen del Manto es única, y hasta el día de hoy nadie sabe cómo fue creada.

 

Cuarto, una de las razones por la cual es imposible (hasta el momento) replicar la imagen es porque la imagen del Manto solo existe en la superficie de la tela. Imaginen un pedazo de pelo. Ahora, imaginen alguien pintando una imagen como la del Manto en la punta del pelo. Imposible, ¿no? Esto es lo que vemos en el Manto. Lo que sea que la persona haya usado para crear la imagen en la tela, no traspasó la tela, sino que se mantuvo sólo en la superficie. Lo importante sobre este punto es que eso elimina cualquier pintura o químico como un posible mecanismo para crear la imagen ya que cualquier elemento artificial que existe en la actualidad traspasaría la tela; no se quedaría en la superficie. En otras palabras, no entendemos cómo alguien pudo haber creado tal imagen, artificialmente.

 


Quinto, la imagen es una imagen negativa. Esto se me es un poco difícil explicar porque no soy fotógrafo, pero en esencia si tomas una foto con una cámara de rollo (no digital), lo que obtienes es una imagen negativa. Para poder ver la foto con todos sus detalles, tendrías que revelar la foto. Sin embargo, en el caso del Manto, es al revés. Los detalles de la imagen no se aprecian tanto en la foto, sino en el negativo de la foto, lo cual es inexplicable. Lo que implica esto es que la imagen, como tal (la del Manto) es negativa. Entonces, cuando le tiras una foto y obtienes el negativo, son dos negativos juntos, lo cual produce un positivo. Dicho de otra forma, la imagen del Manto parece ser un negativo de una foto…en un tiempo en donde la fotografía no había sido inventada, aún.

 

Sexto, la sangre que vemos en la imagen no está manchada (regada) en la tela. Si tomas a un cuerpo y lo llenas de sangre, pintura, o cualquier otro líquido, y lo envuelves en tela, y luego le quitas la tela, ¿qué verás en la tela? No verías la imagen de la persona como la que vemos en el Manto, sino que lo que verías es simplemente las manchas de sangre, y quizás alguna que otra silueta del cuerpo. Puedes hacer el ejercicio ahora mismo, derramando una gota de pintura sobre alguna superficie, y luego pegándole un papel o tela a la pintura, y observando lo que ocurre. Notarás que la gota se convertirá en una mancha regada, tanto en la superficie, como en el papel o tela que usaste. Sin embargo, cuando miras la imagen del Manto, notarás que la sangre no está regada de esta manera. La sangre se ve perfectamente intacta, tal como se vería en una fotografía. Esto implica que el cuerpo de la persona que estamos viendo en esa tela no estaba en contacto con la tela al momento de crear la imagen. Según los científicos, los detalles de la sangre no-manchada lo hace parecer como si el cuerpo que había estado envuelto en esta tela hubiera desaparecido instantáneamente, justo al momento en el que se formó la imagen. ¡WOW!

 

Séptimo, la imagen es no-direccional. Cuando alguien pinta en alguna superficie, normalmente con tan solo mirarlo podemos observar la dirección de las brochas. Podemos ver las líneas que deja atrás los movimientos de la brocha al crear la pintura. Aun cuando no lo podemos ver superficialmente, bajo un microscopio sí se puede ver. Toda pintura o creación artificial tiene dirección; no hay manera de hacerlo sin dirección. Sin embargo, la imagen del Manto no tiene dirección. No se ve ningún movimiento, señales de brocha o algún otro instrumento; ¡nada! La imagen parece haber sido creada instantáneamente, como si el cuerpo hubiera producido alguna luz o radiación hacia el Manto, y luego desaparecido. Nuevamente, esto no lo digo yo, como cristiano, sino que es lo que los científicos mismos que han estudiado al Manto han concluido.

 


Por último, la imagen parece haber sido creada por radiación. Esto se debe a varias razones, pero una de ellas es que la imagen parece ser una especia de rayos x. En el labio superior, por ejemplo, se han podido observar unos puntos que corresponden perfectamente con la posición de los dientes de una carabela. En la espalda se ve lo que parece ser una espina dorsal. Y, el detalle más impresionante y claro es que los dedos del hombre del Manto parecen ser demasiado largos. Sin embargo, cuando observamos un rayos x de una mano, podemos ver que, aunque superficialmente los dedos de la mano parecen comenzar desde el nudillo (dándole la apariencia de ser más cortos de lo que realmente son), cuando los vemos por medio de un rayos x notamos que los huesos de los dedos realmente comienzan desde la muñeca. Cuando miramos las manos del hombre del Manto más de cerca, vemos exactamente eso; los “dedos” parecen comenzar desde la muñeca, tal como se vería en un rayos x. Todo esto implica que estamos viendo una especie de rayos x en el Manto, lo cual se produce con radiación. Sin embargo, la cantidad de radiación necesaria para producir una imagen como la que vemos en el Manto es más potente que el mismo sol. En otras palabras, no tenemos la forma de crear tanta radiación como para producir una imagen como esta, y si la tuviéramos, la radiación sería tanta que todo el que se acercara al Manto, moriría.

 

Todos estos detalles, y algunos otros que no he mencionado, apunta al gran misterio del Manto de Turín, dejando al mundo científico inconcluso sobre su creación. En otras palabras, nadie sabe cómo esta imagen fue creada.

 

D. El Hombre del Manto

 

Todo esto me lleva a la imagen del Manto, como tal. ¿Quién fue? ¿Podemos descartar que fue Jesús? O, mejor aún, ¿existen razones para creer que la imagen que estamos viendo es de Jesús? Nuevamente, quiero recalcar que yo no sé si es Jesús, o no. Pero, claramente la persona quien creó esta imagen tenía a Jesús en su mente cuando la hizo. Esto lo sabemos por las siguientes razones.

 

Primero, se han encontrado rastros de flores y especies aromáticas alrededor de la imagen, las cuales provienen de la región de judea (esta es la región en la que Jesús vivió y murió). Lo importante sobre esto es que los evangelios nos dicen que las mujeres ungieron al cuerpo de Jesús con especias aromáticas en el sepulcro (Lucas 23:56).

 

Segundo, la imagen contiene rastros de tierra en la frente, en los pies, y en por lo menos una de las rodillas. Esta tierra también proviene de la región de judea. Lo curioso sobre esto es que, según la tradición (la Biblia no menciona este detalle), Jesús se cayó 3 veces de camino al lugar de Su crucifixión. Aunque la Biblia no nos dice que se cayó, explícitamente, se pudiera sobreentender ya que los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos, y Lucas) nos dicen que un tal Simón de Cirene fue obligado a ayudar a Jesús a cargar la cruz (Mateo 27:32, por ejemplo). Esto pudiera implicar que Jesús estaba muy débil para cargarla sólo, lo cual armoniza con la posibilidad de que se haya caído (por esta razón, quizás, buscaron a alguien para ayudarlo). De haberse caído, tendría sentido que haya tenido tierra en los pies (caminaba descalzo), en por lo menos una rodilla y Su frente, ya que estas son las partes que hubieran tenido contacto con el suelo en ese momento.

 

Tercero, estudios recientes sobre la edad del Manto han confirmado que proviene del tiempo aproximado en el cual Jesús hubiera existido (hace 2,000 años atrás, con un margen de error).


Cuarto, el estilo del tejido de la tela es un estilo que sólo se encuentra en telas que pertenecían a personas ricas. Recordarán que la Biblia nos dice que la sábana con la que envolvieron a Jesús fue comprada por José de Arimatea, quien hubiera sido alguien rico y de alta clase social. Esto armoniza perfectamente con el Manto de Turín.

 

Quinto, la cara del hombre parece estar desfigurada como consecuencia de algún golpe fuerte. Notarán, por ejemplo, la nariz virada, los cachetes hinchados, y las cejas anormalmente pronunciadas, todo siendo característico de desfiguración. La Biblia nos dice que Jesús fue golpeado, antes de ser crucificado (Lucas 22:63).

 


Sexto, el hombre tiene gotas de sangre en la frente y en la cabeza, indicando una corona de espinas. Lo interesante sobre esto es que, según los expertos, la corona que este hombre probablemente tuvo no se parece a lo que nosotros usualmente pensamos, sino que parece ser más como un casco de espinas. Hoy sabemos que los romanos del primer siglo usaban, precisamente, un caso de espinas para algunas de sus víctimas de crucifixión. La Biblia nos dice que Jesús fue condenado a crucifixión por Poncio Pilato, gobernador de judea bajo el imperio romano en el primer siglo. Por lo tanto, cuando la Biblia menciona la corona de espinas (Juan 19:2), entonces, es muy probable que nos está hablando sobre el caso de espinas que usaban los romanos.

 


Séptimo, el hombre tiene dos heridas notables, una en la muñeca, y la otra en los pies, ambos indicios de una persona crucificada. Lo interesante sobre la herida de la muñeca, sin embargo, es que cuando la Biblia nos habla sobre las heridas de Jesús, nos dice que fueron en Sus manos (Juan 20:25). Por esta razón, cuando miramos cualquier pintura antigua sobre la crucifixión o resurrección de Cristo, o incluso cuando vemos películas u obras sobre Jesús, hoy, usualmente en donde ponen los clavos y las heridas es en las manos. Sin embargo, hoy día se sabe que esto no es correcto ya que en esa parte de las manos no existe ningún hueso que pueda sostener un clavo, y sostener el peso del cuerpo. Si se crucificara a alguien de esta manera, los clavos se saldrían y la persona se caería de la cruz. El lugar en donde clavaban a las personas crucificadas, entonces, hubiera sido en la muñeca. ¿Por qué la Biblia dice “manos,” entonces? La respuesta es que, en la antigüedad, la muñeca se consideraba parte de la mano; no tenían una palabra para referirse a la muñeca, como tal. La razón por la cual esto es importante es porque la imagen del Manto está contradiciendo toda otra creación artística del pasado al ponerle la herida en las muñecas. Al parecer, la persona quien creó esta imagen tenía conocimiento más preciso sobre crucifixiones que más nadie tenía en ese tiempo, lo cual es improbable.

 

Octavo, el hombre tiene una herida en su costado. La Biblia nos dice que el costado de Jesús fue traspasado por una lanza (Juan 19:32-34), lo cual no era una práctica común. La práctica común en aquel entonces era romperles las piernas a las víctimas de crucifixión para acelerar su muerte. El hecho de que el hombre del Manto tiene la herida en su costado lo hace altamente improbable que sea otra persona, fuera de Jesús, especialmente cuando consideramos las demás heridas y detalles mencionados, aquí, como la corona de espinas. ¿Cuántas personas en la historia de crucifixión se les puso una corona de espinas y le traspasaron el costado? Solo sabemos de una: Jesús.

 

Noveno, la sangre de los hombros está manchada, indicando que el hombre tuvo que cargar algo pesado, luego de la herida que provocó la sangre. Como ya he mencionado, la Biblia nos dice que a Jesús le obligaron a cargar Su cruz al lugar de Su crucifixión (aunque no pudo hacerlo sólo).

 

Décimo, el hombre tiene cicatrices por todo el cuerpo, por delante y por detrás. La única excepción es el rostro, las manos, y los pies. El resto del cuerpo está cubierto de heridas. Según algunos patólogos forenses, estas heridas fueron causadas por azotes de un “flagrum” romano de 3 lazos. El hombre tiene alrededor de 300 laceraciones, lo cual implica que fue azotado alrededor de 100 veces, lo cual es extremo. Los azotes romanos eran tan severos que, si una persona era azotada antes de ser crucificada, usualmente no sobrevivían los azotes para poder ser crucificados. Por esta razón, usualmente no se azotaba a la persona antes de ser crucificada. En el caso de Jesús, Él sí fue azotado antes de ser crucificado, lo cual explica el por qué no pudo cargar Su cruz, y el por qué murió tan rápido (Jesús murió en 6 horas, mientras que una persona crucificada, sin azotes, podía sobrevivir días en la cruz. Por esta razón se le rompían las piernas, para así acelerar su muerte).



Un paréntesis, descubrí recientemente que los patólogos forenses pueden estudiar la naturaleza, el patrón, tamaño, dirección, etc. de las laceraciones del hombre del Manto, y han concluido que fue azotado por, por lo menos dos personas, uno de los cuales era más alto que el otro, y uno de ellos era zurdo. Todo esto es un indicio de que lo que estamos viendo en el Manto no es una mera pintura.

 

Por último, en la sangre del Manto se ha encontrado rastros de una hormona que sólo se produce cuando la persona muere bajo una situación de alto estrés, aflicción, miedo o dolor. La presencia de esta hormona en el Manto nos confirma que realmente es sangre, y que la persona murió afligido.

 

E. Conclusión

 

Si lo que vieron aquella mañana Pedro y Juan fue una imagen como la que vemos plasmada en el Manto de Turín, esto explicaría el por qué llegaron a la conclusión de que Jesús había resucitado. Al igual que hoy, ellos no hubieran tenido otra explicación, fuera de que había ocurrido algún milagro. Lo interesante sobre esto es que todos los milagros mencionados en la Biblia, tuvieron testigos. Alguien siempre estuvo presente cuando Jesús hacía milagros. La única exepción es la Resurrección. Nadie lo vio ocurrir. Por lo tanto, nadie sabe cómo pasó. Si el Manto de Turín es real, entonces, esto significaría que, aún la Resurrección tuvo testigos (nosotros, al mirar a la imagen). A veces se me paran los pelos al mirar a la imagen y pensar sobre la posibilidad de que lo que estoy viendo es el momento exacto en el cual Jesús resucitó.


Reitero, sin embargo, que no sabemos que si el Manto de Turín es real o no. De hecho, una de las razones por la cual a veces dudo que sea real es porque yo sé que Dios sabe que, si hubiera producido un artefacto como el Manto y permitido que sobreviviera hasta el día de hoy, las personas muy probablemente caerían en la idolatría. Eso me hace pensar que Dios no hubiera permitido la sobrevivencia de algo como el Manto.


Pero, al final del día aunque sea real, no sabemos si la imagen es de Jesús o no. Sin embargo, el Manto tiene todas las características de algo sobrenatural (no tenemos explicación sobre cómo la imagen pudo haber sido creada), y tiene todas las características que esperaríamos si fuera Jesús. Como mínimo, el cristiano puede mirar la imagen y reflexionar sobre la magnitud del sacrificio de Jesús. Claramente, la persona quien creó esta imagen estaba intentando representar visualmente a Jesús, y el resultado es la mejor representación visual que tenemos sobre Su muerte. Cuando vemos todas esas heridas, desfiguración, y evidencia de claro dolor, miedo, estrés, o aflicción, y entendemos que esto es lo que Jesús voluntariamente hizo por amor a nosotros, verdaderamente no veo cómo no ser agradecidos.

 

Debemos de ser agradecidos, con o sin el Manto. Pero, en mi caso el Manto me hace entender un poco mejor la magnitud del sufrimiento de Jesús en esa cruz hace alrededor de 2,000 años atrás. Y, cuando pienso en esto, no puedo dejar de estar agradecido ya que esa muerte es lo que yo merecía. Pero, Jesús lo sufrió en mi lugar, y por medio de esto me ha dado salvación. Si estás leyendo esto como un no-creyente, te exhorto a que entregues tu vida a Cristo, creyendo en Él como tu Salvador, arrepintiéndote de tus pecados. O, dicho de una forma más simple, dile a Jesús en este momento que deseas ser perdonado/a de tus pecados; que deseas entregar tu vida a Él de este momento en adelante. Si lo haces de corazón, serás salvo/a y recibirás vida eterna.

Dios te bendiga mucho.

 
 
 

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